jueves, 13 de septiembre de 2007

...cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar...


Dice Spinetta que "la soledad es un amigo que no está"
Se queda corto.
La soledad no es estar solo.
La soledad es despertarse cada día con la sensación de que ya no vale la pena abrir los ojos.
Es pararse frente a los pies de la cama y darse cuenta de que una mitad no está desarmada.
Es salir a caminar y no saber qué hacer con las manos porque no hay a quién abrazar o a quién dársela para que la sostenga.
Es pensar en el futuro y verlo vacío. Imaginar una casa sin ruidos, sin risas, sin chicos corriendo por los pasillos. Sin kilos y kilos de ropa para lavar y sin platos sucios.
Es pensar en tu casa y no querer llegar.
Es escuchar a la gente hablar de sus parejas y enojarse con los otros, con uno mismo, con la vida.
Es querer más a tu auto que al resto de la gente del sexo opuesto.
Es repetir una y otra y otra vez que todo está bien para no reconocer que el corazón se te esconde.
Es encontrar excusas, una tras otra, para justificar el no tener ganas de salir cuando lo que no queres es salir para no darte cuenta de que volves a domir sola.
Es no tener ganas. De nada.

Pero "soledad" es simplemente una palabra. Carecería de sentido si no nos hiciera sentir vacíos.
En dónde se aloja dentro de nuestro cuerpo? Por qué duele tanto?

Duele tanto como el miedo a intentarlo de vuelta.
Cuesta tanto como volver a sentir.


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