La primera vez que leí esto me acordé de mi mamá.
De mi mamá y de mi papá.
Del día en que mi papá se murió y de todo lo que vino después...
"... No le había sido fácil recobrar ese dominio desde que oyó el grito de Digna Prado (la mucama) en el patio, y encontró al anciano de su vida agonizando en el lodozal. Su primera reacción fue de esperanza porque tenía los ojos abiertos y un brillo de luz radiante que no le había visto nunca en las pupilas. Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado. Pero tuvo que rendirse ante la intransigencia de la muerte. Su dolor se descompuso en una cólera ciega contra el mundo, y aún contra ella misma, y eso le infundió el dominio y el valor para enfrentarse sola a su soledad.
Desde entonces no tuvo una tregua, pero se cuidó de cualquier gesto que pareciera un alarde de su dolor ..."
Desde ese momento y por mucho tiempo más mi mamá no tuvo una tregua.
1 comentario:
Qué post mi querida amiga Caro eh!
Domingo duro asumo...o x lo menos melanco.
yo debería lo q vos debés estar haciendo hace mucho...dormir!
bso.
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